En Izapa es donde se encontró un gran arte escultórico con influencia olmeca, y con rasgos a la tradición maya.
Los motivos esculpidos en las estelas y altares eran el antecedente de los principales símbolos de la religión maya: dragones, cocodrilos, seres surgiendo de las fauces de grandes serpientes, deidades antropomorfas con rasgos animales, así como el dios de la lluvia portando su hacha que simboliza el rayo.
Además se considera una de las primeras ciudades-estado de la región. La población de Izapa ha sido estimada en más de 10,000 personas para la época de mayor apogeo y diversos arqueólogos comparten la idea de que los habitantes de Izapa debieron hablar la lengua Mixe.
Su tierra fértil y su clima húmedo propiciaron el cultivo del cacao, moneda de tránsito comercial, a la que acudía lo mismo gente de las comunidades centroamericanas, que de la región mixteca y del altiplano de México. Su bonanza económica le permitió también alcanzar un importante científico, artístico y tecnológico. Y aquí es donde se llega al develamiento del “fin del mundo”: solo una sociedad tan avanzada pudo crear el sistema del calendario maya, uno de los más precisos y sofisticados del orbe.
Las diferentes expresiones culturales presentes en Izapa, manifiestan grandes avances culturales y una extrema complejidad social, que hoy en día son imposibles de obviar para entender el inicio, la formación y el desarrollo de muchos pueblos y sociedades que conformaron la Mesoamérica prehispánica.
Izapa, donde las civilizaciones olmeca y maya se combinaron
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